El Trabajo de autoconocimiento y la disponibilidad emocional

El iniciar un trabajo de autoconocimiento es quizás algo que la mayoría de las personas nos planteamos en algún momento de nuestra vida. Como seres humanos, estamos sujetos a distintos tipos de influencias que, en cada persona en particular, se manifiestan de múltiples maneras.


Cuando hacemos el movimiento de intentar conocernos, podemos ir desentramando todo aquello que nos determina, tanto lo que traemos, como lo que vamos tomando del entorno donde nos ha tocado desenvolvernos. Al observar nuestra vida, una de las primeras cosas que notaremos es que en las experiencias, en la socialización, la crianza, hemos venido acumulando condicionamientos, y que nos vemos enfrentados constantemente a dificultades a nivel emocional.


A través de la auto-observación podemos ir conociendo nuestro mundo emocional e ir resolviendo estas dificultades. En la medida en que somos capaces de tomar distancia para observar una emoción es que podemos ir conociendo su origen, sus características, nuestras tendencias más comunes. Esto va construyendo, va alimentando inevitablemente nuestra aceptación y comprensión de nosotros mismos.
Nuestra función emocional se va ajustando, y empezamos a responder de manera más asertiva a los estímulos emocionales que recibimos de nuestro entorno en el tiempo presente, y surge en nosotros/as una nueva fuerza que nos permite tener más calma, más paciencia con nosotros/as mismos/as, con las circunstancias y con los demás. Nos podemos acercar a una respuesta más objetiva, más en línea con la realidad y con el flujo de la vida, sin meramente estar sujetos/as a nuestra propia subjetividad, a una mirada sesgada por nuestras emociones negativas.


Recién cuando logramos aumentar nuestra comprensión sobre nosotros/as mismos/as, cuando logramos no dejarnos atrapar por nuestra emocionalidad, es que podemos mirar a un otro y estar disponibles para él/ella. Nos hacemos, en definitiva, más disponibles emocionalmente, y podemos llegar a sentir que podemos sostener más de la vida, que tenemos más energía para sostener relaciones sanas, que podemos estar más disponibles para nuestros/as hijos/as, para nuestros seres queridos y para la comunidad en general. Podemos avanzar en aquellos rumbos en los que tal vez no hayamos podido avanzar en el pasado, o modificar ciertas situaciones a las cuales estamos acostumbrados pero que no nos hacen bien; en fin, movilizarnos más allá de lo que hemos podido hacer hasta ahora, para crear una nueva realidad.


Nuestra experiencia de vida empieza así a cambiar, a mejorar, porque nuestras relaciones también se van haciendo más genuinas, más reales. Porque va mostrándose, tímidamente al inicio, una mejor versión de nosotros/as mismos/as.